(Nota publicada el día 29 de marzo de 2012)
A pesar del tiempo transcurrido y, como en otras oportunidades, la
discusión por la construcción de
edificios surge nuevamente a partir de importantes intereses económicos, que
se ven enfrentados con el reclamo de los vecinos, quienes defienden su calidad
de vida, seriamente afectada por esta situación.
Disponemos en nuestra memoria muchas situaciones similares, que nos
hablan de este enfrentamiento: La instalación de Casinos provinciales, “Le
Quartier de la Montagne”, el ruido y alteración de la vecindad por la
instalación de locales bailables, habilitación de actividades multitudinarias
sin contar con mínimas condiciones de seguridad, etc., etc.- Pero, lo más grave
de estos hechos, es que se produjeron de la mano de “insensibles e interesados”
funcionarios públicos, que olvidaron cumplir con su principal finalidad: defender
el bien común.
Felizmente hoy, contamos con una importante reglamentación: nuestra Carta Orgánica Municipal. Esta
normativa de carácter superior, subordina todas las acciones municipales al bien
común y también nos habla que debe protegerse al medio ambiente; que
tiene que lograrse un “balance energético”; también determina
la obligación del Municipio de preservar y mejorar los recursos naturales;
establece el derecho de las personas a la ciudad y a la intimidad; impulsa un desarrollo
urbano equitativo y sustentable; promueve el “Estado del Bienestar” y
además nos dice que “…Son sus principales
objetivos lograr una Ciudad funcionalmente equilibrada, integrada y articulada
con su entorno metropolitano, rural y natural, ambientalmente
sustentable, socialmente equitativa y con una participación efectiva de sus
vecinos.” (Carta Org. Municipal –
Arts.11º , 12º , 14º, 23º, 26º, 37º, 38º, 73º, 74º y concordantes).
Todo lo expuesto, me lleva a reflexionar respecto a nuestros derechos como
ciudadanos de esta hermosa ciudad pero, necesariamente debemos ser conscientes también
de nuestros deberes como vecinos. Disponemos de un derecho a la ciudad y al mismo tiempo debemos defender el bien común que,
aunque nos resulte extraño, este deber nos permitirá ejercer aquel derecho.
Cuando algunos vecinos defendimos las laderas de nuestras montañas, nos
movilizaba nuestra calidad de vida y la
de nuestras futuras generaciones. Importantes intereses económicos se imponían
por sobre el bien común y utilizaban todo tipo de diatribas y mentiras. Que las
inversiones traían progreso, que se aseguraba la defensa del medio ambiente,
que se mejorarían los recursos paisajísticos, que además se dispondrían fuentes
genuinas de provisión de servicios, etc., etc. Los resultados están a la vista:
el deterioro del medio ambiente se hizo efectivo, la contaminación visual
existe, la flora y fauna se encuentran seriamente en peligro y nada de lo
falsamente prometido, se cumplió; el Municipio les proveerá el agua que no
disponemos y les facilitará los servicios sanitarios que todavía no disfrutamos.
Inexorablemente el bien común sucumbió bajo las fuertes presiones de la especulación
inmobiliaria, prevaleciendo nuevamente el interés económico sobre
el interés general.
¿Pudo esto
resultar de otra forma? Indudablemente que, si
hubiera existido la Carta Orgánica que hoy disponemos y un mayor
involucramiento de los vecinos (que en aquellos momentos fue escaso), se podría
haber revertido la decisión final de un Concejo Deliberante que cedió ante las
conveniencias y presiones del poder económico.
Hace pocos días, en oportunidad de la convocatoria al Foro Urbano Ambiental
por parte del CPUA, se puso a consideración de la opinión pública la cuestión
de las edificaciones en torre. Pude observar que se expusieron en defensa de
estos emprendimientos, expresiones tales como: “no permitir su construcción
afectaría la inversión y el desarrollo”; “permitir los edificios en torre contribuiría al turismo y en nada
afectaría ello el medio ambiente”; “si bien los servicios se verían seriamente afectados, todo ello era
responsabilidad del Estado Municipal”; “impedir su construcción detendría el progreso de la ciudad”;
etc., etc.-
Por otra parte, los vecinos expresaron su oposición a estos fundamentos y
hablaron principalmente de la débil estructura de servicios existente,
la cual sería puesta en serio peligro de seguir con este tipo de construcciones
(cuestión ésta corroborada desde las prestadoras de servicios que se
encontraban presentes) y, dejaron debidamente sentado, que los mayores costos
serán afrontados por todo el pueblo; afirmaron que el deterioro visual que
estas torres imponen, es por demás importante; expresaron que les preocupa la
mayor densificación que esas edificaciones producen y la complejidad de
situaciones que traen aparejadas (tránsito vehicular, estacionamiento, etc.); se
mostraron preocupados por la invasión a su privacidad y la afectación de su
calidad de vida; aseveraron que el turismo y la inversión no se verían
afectados, máxime si se recurría a nuevas e innovadoras políticas de promoción
y desarrollo turístico; etc.
El debate fue interesante y la participación importante, pero no suficiente. Tal como lo expuse en esa oportunidad, nuestra localidad dispone de algo
más de ochenta mil habitantes quienes son los actores principales y, a ellos
les pertenece esta ciudad, no a cien o quinientas empresas desarrollistas. Por
lo tanto, debemos tomar conciencia de esta realidad y del futuro que nos espera; este último será consecuencia directa de nuestros
actos y decisiones.
Ceder estos importantes espacios
participativos, provocará reiterados e insuperables problemas en nuestra
sociedad y afectará severamente el nivel de vida y desarrollo de venideras
generaciones. Por ello, me permito convocar a un mayor compromiso y
participación de parte de los ciudadanos. Todos tenemos el deber de
transformarnos en verdaderos actores sociales, integrando centros vecinales y
demás instituciones intermedias, pero también exigiendo a esos entes la
defensa de nuestros intereses como comunidad y nuestros derechos como personas.
José Luis Rigazio
Nota: Recomiendo
expresamente la lectura detenida de nuestra Carta Orgánica Municipal. Gracias.
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